La tarea de los seres humanos es manifestar realidad y no quedar presos de ella.
Imagina una vida en donde no hay nada que evitar, en donde no existe la concepción de algo malo, imagínate una vida abriéndote a todo lo que trae, aprendiendo de ello, recibiendo su mensaje y el tesoro que trae, dejando el miedo como respuesta automática, ese miedo tan arcaico que te hace evitar eso que consideras temible.
Observa todas las cosas de las que huyes y allí podrás dar cuenta de lo que temes y por temerlo no lo integras, lo padeces.
Todo aquello que no integras lo terminas padeciendo y se vuelve en tu contra, allí lo vuelves un enemigo y lo combates.
En la medida en que sigues viendo algo como a un enemigo vas a crear una vida llena de miedos y amenazas, buscando salvadores que te defiendan de eso, que te rescaten de tus propias creaciones y pesadillas auto-creadas.
En la medida en que no tomas conciencia cabal de todo el poder que tienes para crear tu realidad no dejarás de padecerla de mil formas incesantemente, creyendo que no tienes ninguna incidencia sobre aquello que sucede en tu vida. Allí te vuelves una víctima olvidándote de lo más importante: esa es tu creación.
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