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Acerca de la tensión y el miedo


Soy la Conciencia Crística hablando desde el fondo de tu alma, allí donde la tensión se disuelve y todo se vuelve amor y verdad infinita.


La luz de la conciencia puede abrazar la tensión sin combatirla. La tensión necesita ser comprendida como el síntoma de algo que subyace. Siempre que registren tensión pueden preguntarse:


¿A qué le tengo miedo?

¿De qué me estoy defendiendo?


Y allí sólo permanecer escuchando lo que es verdad interior.

Una vez que saben a qué le tienen miedo y de qué se están defendiendo, pueden pasar al próximo paso. El próximo paso es recibir a ese en ustedes que tiene miedo, recibir al que se resiste sin intentar cambiarlo ni hacerlo desaparecer. Parte del problema es la actitud de combatir todo lo que hay adentro, todo lo que existe en el interior de la conciencia humana. Combatir cualquier actitud no hace más que incrementarla, volverla más fuerte. Cualquier cosa que combatas persistirá.


Es ir entrenando el arte de la entrega y de la confianza, el arte de volverse un cuenco y permitir que el aspecto femenino del alma haga su tarea y sea integrada con la acción. En el mundo ha habido un exceso con respecto a la acción, el combate y la lucha en cualquiera de sus formas. El principio femenino quedó sumido en las sombras generando síntomas, división y desencuentro, tanto interior como exterior. Ha llegado el momento en la evolución de la humanidad en el que los opuestos necesitan unirse en un abrazo, en el que aquello que los hace diferentes no genera separación sino una unión más fuerte y completa. El principio femenino y el principio masculino necesitan ser integrados, equilibrados y aplicados en cualquier situación como la tensión. Cuando vamos a combatir la tensión y a querer sacarla, eso no hace más que crear una fuerza opuesta defensiva, todo lo que vive quiere seguir perpetuándose, la actitud de combate hace a la defensa, la crea y la vuelve perpetua; entonces pueden deponer las armas y descansar.


Entiendan la tensión como un síntoma de algo que necesita ser atendido, es un huésped que está en la puerta esperando a que lo dejen ingresar. El huésped es bienvenido, no es combatido. La tensión puede ser vista como un huésped que viene a traer un mensaje, lo mismo con cualquier síntoma.


¿Cuál es el mensaje que trae para mí? Esta es una buena pregunta para hacerse, seguida de ¿A qué le tengo miedo y de qué me estoy defendiendo?


Luego respiras en ese miedo y no lo combates, dejas que la ola discurra, que llegue a su clímax hasta disolverse, no te aferras a él ni lo empujas, le permites desplegarse y aprendes a fluir con lo que trae tu mundo interno.


Cada huésped que toca tu puerta en forma de tensión, de síntoma, de penuria, de imposibilidad, trae una oportunidad de ir aprendiendo y practicando el arte de descansar en lo que ES y de deponer las armas. El uso de las armas es producto del miedo, un miedo mortal que se detona como un fuerte mecanismo de supervivencia, este antiguo programa de miedo y subsistencia a ultranza es lo que ha prevalecido hasta ahora. La humanidad necesita deponer las armas y cada uno tiene su tarea en su propia vida. Deponer las armas es enfrentar el miedo a ser devastado, cada uno necesita enfrentar ese miedo a la aniquilación, a la muerte. Cuando en lo profundo de la conciencia surge ese miedo debajo de muchas actitudes, debajo de cualquier tensión, llega el momento en que es necesaria la práctica de la entrega a lo que ES, el arte de surfear el miedo sin ser arrasado, el arte de abrazar las olas y ser uno con ellas. Sentirse separados de las experiencias y de cualquier cosa que exista, es raíz del sufrimiento.


El destino llama una y otra vez, ya sea en forma de tensión, síntomas o cualquier experiencia que sea vivida como adversa, esa es la zona de práctica que ofrece la Tierra como entrenamiento.

Pregunta:

¿Cómo sobreponernos a ese miedo a la aniquilación, a la muerte?

Desde el estado limitado de conciencia humana y subjetiva es muy difícil comprender el significado de estas cosas, por eso es tan importante instalar y establecer una mayor fluidez con la conciencia divina. Esa conciencia es equivalente a ver desde un avión que atraviesa las nubes y ve todo el paisaje completo, allí el sol siempre brilla, el cielo siempre es celeste y las nubes no existen más que como un colchón algodonoso que está allí debajo y que tiene una gran belleza. Desde esta conciencia todos los procesos humanos son bellos, incluso la muerte.


El miedo a la aniquilación no es otra cosa que ese mismo miedo al vacío y la nada. Todo lo que temes es un estado interior que necesitas trascender, si ese temor está afuera hay un correlato interno que le es similar. Cuando existe miedo a la aniquilación es porque internamente ya existe. Tendrás que mirar cuál es la forma en la que estas aniquilándote, qué estas aniquilando en tu interior, a quién, a qué aspecto de ti mismo, no hay nada afuera que no esté adentro, esta es una ley inexorable.


Todo lo que está afuera tiene un correlato interno que es preciso encontrar si te tomas ese tiempo y aprendes a mirar, para esto no hay atajos, es un viaje a recorrer.


Creas desde el estado de conciencia en el que te encuentras, si la creación que está en tu vida no te agrada, tendrás que hacer algo al respecto de tu estado de conciencia actual y comprender profundamente qué estado de conciencia está creando esa realidad que no es de tu agrado, eres inmensamente poderoso, más de lo que tú puedes concebir, sólo que lo has olvidado. Tus condicionamientos son como esas nubes del cielo que te impiden ver tu inmensidad. El hábito de elevarte por sobre las nubes y mirar su naturaleza allí donde puedes verlas como un colchón bajo el cielo diáfano, es un buen entrenamiento. Los condicionamientos caerán como hojas en el otoño para que el árbol de la vida que vive en ti se renueve y vuelva a brotar desde un nuevo nivel de conciencia.

Pregunta:

¿Cuál es la forma en que podemos desarmarnos?

El desarme es un proceso gradual y paulatino, está directamente relacionado con el aumento de la confianza. Sin confianza no puede haber desarme, es un paso previo. El nivel de desconfianza y falta de fe que hay en el plano humano es muy grande por ahora.

Pregunta:

¿Y cómo se puede hacer para cultivar la fe y la confianza?

La fe es un estado interior al que accedes naturalmente cuando no permites que sea tu mente la que maneja tu vida. La mente no puede tener fe, no es allí en donde reside, la fe y la confianza en la vida reside en el alma. En la medida en la que accedes a la conexión con el alma, la fe es un resultado natural. El trabajo que nunca cesa es la disciplina con respecto al poder que tiene la mente en el día a día.


La mente no puede estar por sobre el alma, este es parte del gran problema del plano humano: cuando la mente lidera la vida, en vez del alma.


La mente es el conjunto de condicionamientos de todo lo que han aprendido, de todo lo que creen saber acerca del mundo y la realidad. La mente es una construcción buena en su área, pero no lo es para asuntos del alma. Es muy fácilmente condicionable, por eso requiere un trabajo de jardinería diaria, de remoción de los yuyos y las pestes que merodean, que siempre están ahí pululando y que forman parte. El trabajo de jardinería diaria es indispensable para mantener y preservar el alma fuerte, activa, disponible, presente. El ego y la mente como su instrumento, necesita dar un paso al costado y volverse un humilde servidor del alma, reconociendo su ignorancia frente al destino que trae cada Ser. Podrá ser un buen ejecutor y aquel que toma las acciones que el alma considera necesarias.


La fe está en el alma, busca allí y la encontrarás.


29 de agosto de 2020


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